Crecer no siempre es evolucionar
y la cosas se vuelven tan simples
con ellos.
Cada tarde que comparte, cada minuto
de su voz, y el tono
y el color
reciclan mi mundo
para llenarlo de sentido
y me hacen sentir un poco más estúpida
porque su visión es tan sencilla,
tan sencilla... y perfecta.
Así son sus palabras, claras,
livianas,
puras,
divinas.
Así es su textura, rugosa
pero más suave que el agua,
intáctil,
aire cálido.
y en un segundo me abruma
el miedo de perderlos
y las ganas de ser
infinita, por siempre,
con ellos.
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