No puedo obligarte,
no puedo.
No puedo obligarte a que me pienses
cuando llega el otoño
y el color tibio de las hojas
te ponga melancólico
y extrañes mis mates.
No puedo obligarte a que me recuerdes
en cada risa,
en cada llanto,
en cada copa,
en cada abrazo.
No puedo obligarte a que escuches esa canción
que bailamos juntos
y me imagines en un tiempo y espacio
donde soy absolutamente genial.
No hay manera,
de obligarte a que te importe
mi opinión
o mi tiempo.
No puedo obligarte a hacerme importante,
fuerte,
inteligente,
capaz.
Me resulta imposible hacerte creer
en mis talentos,
si es que tengo.
No puedo,
no soy quién,
para decidir cuándo sentir
que soy imprescindible.
No puedo forzarte a elegirme,
ni a afirmar con intensidad
que nadie podrá jamás igualarme
aún sabiéndome vulnerable.
Y al cabo de todo este enorme asunto
solo sé,
tengo la única absoluta y desdichada certeza
de que no puedo
ser quien no soy:
una persona más
que intenta, pero no puede,
amarme.
no puedo.
No puedo obligarte a que me pienses
cuando llega el otoño
y el color tibio de las hojas
te ponga melancólico
y extrañes mis mates.
No puedo obligarte a que me recuerdes
en cada risa,
en cada llanto,
en cada copa,
en cada abrazo.
No puedo obligarte a que escuches esa canción
que bailamos juntos
y me imagines en un tiempo y espacio
donde soy absolutamente genial.
No hay manera,
de obligarte a que te importe
mi opinión
o mi tiempo.
No puedo obligarte a hacerme importante,
fuerte,
inteligente,
capaz.
Me resulta imposible hacerte creer
en mis talentos,
si es que tengo.
No puedo,
no soy quién,
para decidir cuándo sentir
que soy imprescindible.
No puedo forzarte a elegirme,
ni a afirmar con intensidad
que nadie podrá jamás igualarme
aún sabiéndome vulnerable.
Y al cabo de todo este enorme asunto
solo sé,
tengo la única absoluta y desdichada certeza
de que no puedo
ser quien no soy:
una persona más
que intenta, pero no puede,
amarme.
Comentarios
Publicar un comentario