Ir al contenido principal

Perfecta compañía

Fácil secuencial sucesión de movimientos ondulantes

Tus manos se deslizan como si recorrieran
camino conocido

y mi piel se deshace entre tus dedos y deja de jugar:

ahora estoy hablando en serio.

Feliz, me siento cansada,

es imposible no sentirlo

Cómo despreciar mi vida o mi suerte,

cómo no perder la fe en todo también a veces.

Dejame ser así, loca maniatica histérica

perfeccionista dramática

imponente impotente

ingenua desquiciada descuidada

inútil fracasada

Dejáme ser triste patética reventada

Dejame ser

que después de un rato

te vuelvo a ver

y mi cuerpo se relaja

y mi pelo se vuelve más suave y mi manos más dulces

y mi sonrisa es genuina

y soy más amable y más sabia

y todo eso que queres que sea soy

porque tan eficaz es tu amor

que me convierto

en la más perfecta compañía

para vos.

Comentarios

  1. Afortunado el que te inspira ese sentimiento. Me encantó, y va en serio.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

Perdón

Te pido perdón, es mi culpa. Es mi culpa olvidar peinarme no mirarme más al espejo Es mi culpa no aprobarme, no besarme más Dejar de cantar al bañarme apurada por hacer cosas que a nadie le importan y con el espejo empañado y el pelo revuelto ponerme la ropa húmeda ¿qué más da? Perdón, es mi culpa permitirte olvidarme, dejar mi ego cubrirse de polvo junto a mis pinceles y mis sueños Soy culpable por creer que me recordarías siempre o cuidarías cuando yo no lo hiciera Me culpo una y mil veces por aceptar que mis ganas pueden esperar, que la hija de mis padres no era tan importante como ellos creían, postrada a tu merced Olvide que soy reina, única Olvidé que nadie debería descubrirme, que yo ya existía desde mucho antes, que valía aunque no me vieras, que valía aunque todo Olvidé. Me olvidé. Te pido perdón por culparte amor, es mi culpa aferrarme a lo ajeno, cortar mis alas, pensar que el tiempo sería eterno para nosotros.

No puedo

No puedo obligarte, no puedo. No puedo obligarte a que me pienses cuando llega el otoño y el color tibio de las hojas te ponga melancólico y extrañes mis mates. No puedo obligarte a que me recuerdes en cada risa, en cada llanto, en cada copa, en cada abrazo. No puedo obligarte a que escuches esa canción que bailamos juntos y me imagines en un tiempo y espacio donde soy absolutamente genial. No hay manera, de obligarte a que te importe mi opinión o mi tiempo. No puedo obligarte a hacerme importante, fuerte, inteligente, capaz. Me resulta imposible hacerte creer en mis talentos, si es que tengo. No puedo, no soy quién, para decidir cuándo sentir que soy imprescindible. No puedo forzarte a elegirme, ni  a afirmar con intensidad que nadie podrá jamás igualarme aún sabiéndome vulnerable. Y al cabo de todo este enorme asunto solo sé, tengo la única absoluta y desdichada certeza de que no puedo ser quien no soy: una persona más que intenta, pero...

...

"... Nunca pensé que podría ser tan miserablemente feliz ni imaginé cómo dolerían los huesos con esta historia de no saber quién quiero ser..."