Ir al contenido principal

Qué lindo...

Qué lindo verte al despertar.
No sabés cuánta falta me haces, cuánta
Qué lindo que me abraces
sentir tus manos en mi espalda
Qué lindo es decir "te amo"
con la mirada
Y el olor de tus pelo que suave
roce mi cara a la mañana
Que lindo es reirme con vos...
Que lindo que sos.
Que lindo es que me digas hermosa
cuando peor arreglada estoy
Que suerte tenerte cerca
cuando quiero llorar
Que suerte que me haya mudado
un día a tu barrio
y nos hayamos encontrado
Que suerte que tus labios me esperaron
Que suerte, mi amor,
que me hayas amado.
Hoy no quiero ser prolija
rimar, dedicarle tiempo a esta
poesía
porque hoy no estoy inspirada;
solamente
queria escribir
que te amo con toda mi alma
más allá del viento y las palabras
más allá del tiempo
de todo, de todos,
porque nunca nadie me va a entender como vos
porque sos mi pasado y me presente
y mi futuro
y porque un día me dijiste:
"pienso esto"
y me dedicaste "Because"

Comentarios

Entradas populares de este blog

Perdón

Te pido perdón, es mi culpa. Es mi culpa olvidar peinarme no mirarme más al espejo Es mi culpa no aprobarme, no besarme más Dejar de cantar al bañarme apurada por hacer cosas que a nadie le importan y con el espejo empañado y el pelo revuelto ponerme la ropa húmeda ¿qué más da? Perdón, es mi culpa permitirte olvidarme, dejar mi ego cubrirse de polvo junto a mis pinceles y mis sueños Soy culpable por creer que me recordarías siempre o cuidarías cuando yo no lo hiciera Me culpo una y mil veces por aceptar que mis ganas pueden esperar, que la hija de mis padres no era tan importante como ellos creían, postrada a tu merced Olvide que soy reina, única Olvidé que nadie debería descubrirme, que yo ya existía desde mucho antes, que valía aunque no me vieras, que valía aunque todo Olvidé. Me olvidé. Te pido perdón por culparte amor, es mi culpa aferrarme a lo ajeno, cortar mis alas, pensar que el tiempo sería eterno para nosotros.

No puedo

No puedo obligarte, no puedo. No puedo obligarte a que me pienses cuando llega el otoño y el color tibio de las hojas te ponga melancólico y extrañes mis mates. No puedo obligarte a que me recuerdes en cada risa, en cada llanto, en cada copa, en cada abrazo. No puedo obligarte a que escuches esa canción que bailamos juntos y me imagines en un tiempo y espacio donde soy absolutamente genial. No hay manera, de obligarte a que te importe mi opinión o mi tiempo. No puedo obligarte a hacerme importante, fuerte, inteligente, capaz. Me resulta imposible hacerte creer en mis talentos, si es que tengo. No puedo, no soy quién, para decidir cuándo sentir que soy imprescindible. No puedo forzarte a elegirme, ni  a afirmar con intensidad que nadie podrá jamás igualarme aún sabiéndome vulnerable. Y al cabo de todo este enorme asunto solo sé, tengo la única absoluta y desdichada certeza de que no puedo ser quien no soy: una persona más que intenta, pero...

...

"... Nunca pensé que podría ser tan miserablemente feliz ni imaginé cómo dolerían los huesos con esta historia de no saber quién quiero ser..."