Ir al contenido principal

El tratamiento no puede estar vacío

Dependo de él, depende de mi, un ciclo inacabable, incontrolable. Una cinta azul, una tijera que no corta, una idea que no cesa y no se hace, que no forma, un niño que escupe, una madre que no calla, unas ganas de no hacer nada, no tengo ganas, no tengo más ganas. Un saco vacío, una lámpara que ni apagada, que apenas alumbra, que tintinea, está por cortarse pero no, esta ahí, late, simula vivir, 

morir

Las ganas, las ganas de tener ganas, de mandar todo a la mierda pero después. ¿Después? 
El tratamiento no puede estar vacío. 

Después entonces vienen las ganas de sentir, hacer, pertenecer, vuelta la mula al trigo y a peinarse, a querer desear lo que ellos deseen aunque te chupe un huevo, a amar cualquier cosa, a que te ame cualquiera, una noche o dos días, da igual, a ser tu mejor amigo, a jugar a que te importo, a ver que se siente. ¿Se siente? ¿qué se siente? Qué es por un día no ser yo.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Perdón

Te pido perdón, es mi culpa. Es mi culpa olvidar peinarme no mirarme más al espejo Es mi culpa no aprobarme, no besarme más Dejar de cantar al bañarme apurada por hacer cosas que a nadie le importan y con el espejo empañado y el pelo revuelto ponerme la ropa húmeda ¿qué más da? Perdón, es mi culpa permitirte olvidarme, dejar mi ego cubrirse de polvo junto a mis pinceles y mis sueños Soy culpable por creer que me recordarías siempre o cuidarías cuando yo no lo hiciera Me culpo una y mil veces por aceptar que mis ganas pueden esperar, que la hija de mis padres no era tan importante como ellos creían, postrada a tu merced Olvide que soy reina, única Olvidé que nadie debería descubrirme, que yo ya existía desde mucho antes, que valía aunque no me vieras, que valía aunque todo Olvidé. Me olvidé. Te pido perdón por culparte amor, es mi culpa aferrarme a lo ajeno, cortar mis alas, pensar que el tiempo sería eterno para nosotros.

No puedo

No puedo obligarte, no puedo. No puedo obligarte a que me pienses cuando llega el otoño y el color tibio de las hojas te ponga melancólico y extrañes mis mates. No puedo obligarte a que me recuerdes en cada risa, en cada llanto, en cada copa, en cada abrazo. No puedo obligarte a que escuches esa canción que bailamos juntos y me imagines en un tiempo y espacio donde soy absolutamente genial. No hay manera, de obligarte a que te importe mi opinión o mi tiempo. No puedo obligarte a hacerme importante, fuerte, inteligente, capaz. Me resulta imposible hacerte creer en mis talentos, si es que tengo. No puedo, no soy quién, para decidir cuándo sentir que soy imprescindible. No puedo forzarte a elegirme, ni  a afirmar con intensidad que nadie podrá jamás igualarme aún sabiéndome vulnerable. Y al cabo de todo este enorme asunto solo sé, tengo la única absoluta y desdichada certeza de que no puedo ser quien no soy: una persona más que intenta, pero...

...

"... Nunca pensé que podría ser tan miserablemente feliz ni imaginé cómo dolerían los huesos con esta historia de no saber quién quiero ser..."